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La rigidez en la nuca puede responder a diversas causas. No obstante, hay algo que debemos tener claro: es una dolencia que no podemos descuidar y que merece nuestra atención.
La mayoría de las veces se debe a una sobrecarga o a un mal movimiento pero, en ocasiones, si esa rigidez en la nuca viene acompañada de náuseas, mareos y fiebre alta, podría deberse a una infección bacteriana.
Por ello, hoy en nuestro espacio te invitamos a conocer más datos sobre este tipo de problema musculoesquelético que no deberíamos pasar por alto.
Cuando la molestia se alargue más allá de los 5 días, es recomendable consultar con el médico.
Rigidez en la nuca: síntomas y posibles orígenes
En primer lugar, hemos de saber que la nuca –el cuello– se compone de múltiples vértebras que se extienden desde el cráneo hasta la parte superior del torso.
Es una complejísima, perfecta y sutil composición de discos cervicales, huesos, ligamentos y músculos que orquestan nuestros movimientos.
No obstante, ante cualquier mal movimiento, posición o ante la presencia de un virus o bacteria, puede aparecer la inflamación, la molestia y el dolor.
Veamos ahora cuáles pueden ser las posibles causas y su sintomatología.
La tensión muscular
La rigidez en la nuca se debe, en la mayoría de los casos, a una distensión muscular o un esguince muscular.
Es algo que todos hemos experimentado en alguna ocasión y que, además, tiene mucho que ver con una estructura en concreto: un músculo cercano a la escápula y que conecta la columna cervical del cuello a los hombros.
Este músculo, a su vez, está controlado por dos nervios cervicales que también suelen inflamarse, y de ahí, la sensación de rigidez y dolor.
Es importante tener en cuenta que la escápula y sus estructuras asociadas,suelen verse afectadas por diversas acciones que realizamos en el día a día de forma incorrecta sin darnos cuenta:
- Realizar actividades que requieren girar la cabeza de un lado a otro durante muchas horas, como trabajar con el ordenador, hacer una tarea manual, etc.
- Adoptar una mala postura cuando estamos durmiendo.
- El estrés, por ejemplo, tiende a ejercer una gran sobrecarga sobre esta área de nuestro cuerpo.
- Es importante a su vez tener muy en cuenta la posición en la que nos ponemos cuando hablamos por teléfono.
La fibromialgia
Los pacientes aquejados por fibromialgia suelen presentar un dolor incisivo y localizado en diversos puntos estratégicos del cuerpo que, al principio, pueden confundirse con la artritis.
No obstante, no tiene nada que ver con esta dolencia.
La fibromialgia se relaciona ante todo con una hipersensibilidad muy focalizada en la nuca, los omoplatos, las caderas o las rodillas.
Esta zona comprendida entre la cabeza y los hombros en un área traumática donde se experimenta una gran hipersensibilidad. De ahí que sea muy común el hecho de levantarnos por la mañana con una gran rigidez en la nuca sin conocer muy bien la razón.
Sería pues un indicador de la fibromialgia que deberíamos tener en cuenta.
Meningitis o una infección
La rigidez en la nuca, como te hemos comentado, se debe casi siempre a una sobrecarga o una distensión muscular. Si es así, las molestias irán remitiendo y al cabo de una semana, ya nos sentiremos mejor y la movilidad del cuello debe ser completa.
- Ahora bien, si este dolor en la nuca cursa además con fiebre alta, dolor de cabeza, náuseas o vómitos y somnolencia es necesario que acudamos a urgencias de inmediato.
- Será un profesional quien nos ofrezca el diagnóstico pero, por lo general, podría deberse a una infección bacteriana que causa la inflamación de las membranas protectoras del cerebro y de la médula espinal.
Es decir, una meningitis.
- El principal indicador es siempre la fiebre alta, una reacción natural de nuestro cuerpo para eliminar un patógeno o una infección. En ocasiones, esa rigidez de la nuca también puede relacionarse con problemas en la columna vertebral.
Sea como sea, será siempre nuestro médico quien nos dé el diagnóstico.
Remedios para el dolor de nuca
No fuerces los movimientos de la zona del cuello y los hombros durante los primeros días. Intenta siempre ejercer una movilidad armónica respetando el eje espalda-cuello.
- A medida que el dolor remita, ya podremos llevar a cabo pequeños movimientos a izquierda y derecha, de forma muy suave.
- Haz uso de la terapia frío-calor en la zona del cuello.
- Los baños con agua tibia son muy adecuados.
- Las friegas con aceite esencial de romero también te ofrecerán alivio.
- Los analgésicos y antiinflamatorios que nos prescriba el médico aliviarán el dolor, pero no te excedas en su consumo y combínalos, por ejemplo, con infusiones de jengibre.
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